lunes, 20 de mayo de 2013


Pensamiento Racial NacionalSocialista

Jefe De La Oficina Del Reich Para La Ilustración De Política Popular Y Bienestar Racial


por Walter Gross


De todas las medidas introducidas en la nueva Alemania, aquellas dirigidas a la política racial nacionalsocialista causaron una gran perturbación internacional, puesto que aquí había un Estado poniendo sus pies en unos senderos hasta ahora casi nunca usados y que cruzaban terrenos vírgenes, cuyos objetivos eran en muchos aspectos susceptibles de chocar con los puntos de vista liberales establecidos.

La legislación relevante sirvió para corroborar y conseguir estos propósitos y no nos sorprendió por lo tanto que, al menos al principio, esta fase particular de la reconstrucción nacionalsocialista se encontró con la incomprensión y prejuicios universales. Mientras tanto, estamos contentos de descubrir que otras naciones se han dado cuenta de que Alemania está, desde luego, tomando nuevos caminos, pero estos son los correctos y necesarios e, incluso mas que esto, Alemania está en muchos aspectos abriendo nuevos caminos para otros; sólo se necesita mencionar nuestra Ley para la Prevención de la Transmisión de Enfermedades Hereditarias (Ley de Esterilización) que ha sido seguida en Noruega, Suecia, Dinamarca y Finlandia por leyes similares o proyectos de ley. Sin embargo, nadie comprende o simpatiza completamente con nuestra legislación si no esta completamente familiarizado con el cambio fundamental en la concepción filosófica de la vida que ha aparecido, con el Nacionalsocialismo, a la luz de la historia.

Antiguamente, y más especialmente bajo la poderosa influencia de las enseñanzas marxistas, el desarrollo y decadencia de los Estados y Civilizaciones era atribuido a causas económicas o puramente políticas; hoy vemos el papel determinante jugado por el ser humano en la sustentación y modelación de la economía, El estado, la cultura, la política, el arte y el pensamiento intelectual.

Hemos llegado a sentir que la protección y la preservación del pueblo que, después de todo, es originalmente responsable de los logros del Estado y de la cultura, es el factor clave para retener estos logros; ya que la sangre de gran calidad y la fuerza que emana de esta sangre de gran calidad sólo es dada solamente una vez a un pueblo y si se permite su degeneración no puede ser regenerada como se podría reconstruir una ciudad o restaurar tierras devastadas. Por ello, el sabio arte de gobernar colocará la preservación de lo biológico, esto es, la energía racial de su pueblo antes que sus asuntos económicos y políticos. La serie sin fin de imperios y civilizaciones pasados que han florecido y declinado, nos recuerda forzosamente cuan inexorable son las consecuencias de ignorar esta verdad.
La Historia y el estudio de la ciencia de las poblaciones muestran que hay tres etapas biológicas que conducen inevitablemente a la destrucción de la vitalidad de un pueblo y con ello la destrucción de los fundamentos del Estado y de la cultura como tales. Estas tres etapas son: 

- Una población decreciente. 

- Un incremento de los hereditariamente ineptos. 

- La mezcla promiscua de razas.

En estos aspectos la posición de Alemania en 1933 era alarmante. Una tasa de nacimientos declinante entre los mejores elementos y una desenfrenada propagación entre los hereditariamente ineptos, los deficientes mentales, imbéciles y criminales hereditarios, etc., han llevado por ejemplo, a un estado de cosas en el cual el incremento de la parte mas sana de la población en los pasados 70 años fue solo del 50 por ciento; mientras que la enferma, y de hecho, aquella adaptado sólo a la vida en asilos, se había multiplicado nueve veces en el mismo tiempo, o sea un 450 por ciento. El cuidado de estos últimos cuesta a la población de Alemania la considerable suma de un mil millones de marcos al año, mientras que todos los costos administrativos del Reich, las provincias y comunidades alcanzan a 713 millones de marcos. Fue, por lo tanto, un acto de autopreservación lo que causó que el Estado Nacionalsocialista promulgara la ley para la prevención de la transmisión de enfermedades hereditarias. Fue una medida tomada en defensa propia, entre otras además. Puesto que una gran cantidad de ineptos hereditarios había traído al mundo niños en la ignorancia de las consecuencias de sus propias desgracias, y muchos –aquellos que todavía poseían un sentido de responsabilidad- se horrorizaban viendo los "pecados de los padres" reflejados en sus hijos. A esta desafortunada categoría el Estado Nacionalsocialista les tiende una mano aliviadora para liberarlos de un posible tormento mental. La esterilización aligera sus conciencias de la espantosa carga de causar más dolor y sufrimiento a seres inocentes.

En el exterior se clama frecuentemente en círculos hostiles a Alemania, que los políticamente indeseables son transportados para la esterilización. Cualquiera versado en la ley alemana y en la minuciosidad y perfección concomitantes con el procedimiento completo conoce muy bien lo absurdo de tales alegatos y que nadie puede ser esterilizado simplemente por un requerimiento o como resultado de una presión política.

La “Ley para la Prevención de la Transmisión de la Enfermedades Hereditarias” sólo es aplicable en casos reconocidos de deficiencia física y mental tales como idiotez congénita, esquizofrenia, insanidad maníaco-depresiva, epilepsia hereditaria, baile de san Vito crónico, ceguera hereditaria, sordera y defectos corporales serios; además se aplica a alcohólicos crónicos. El procedimiento respecto a la ley de esterilización, se lleva a efecto bajo una solicitud depositada ante el especial “Tribunal de Herencia” por la persona interesada, sus parientes, un médico local o funcionarios que estén conectados con asuntos de salud pública. La Corte competente, que se compone de un juez, un funcionario médico y un doctor, deciden si la esterilización es aconsejable o no. Si la persona bajo consideración no está de acuerdo con la decisión de la Corte, puede depositar una apelación en la Corte Superior que tiene una composición similar a la de la Corte inferior, aunque los individuos nunca son los mismos. La decisión de la Corte de Apelación es definitiva. Aún así la operación puede ser evitada por medio de un internamiento vitalicio (o al menos en tanto que la facultad de procreación exista) en una casa privada, a condición de que tal estadía no ocasione gastos al gobierno. Esta cláusula fue incluida para que a posibles practicantes de la fe católica que pudieran tener objeciones de conciencia sobre la base de la encíclica papal, se les de la oportunidad de observar a todo precio sus creencias religiosas.

Estas medidas del Estado Nacionalsocialista a pesar de ser tan comprensivas, han sido atacadas principalmente por razones políticas o dogmáticas. Tales críticas están basadas en una cantidad de objeciones que aparecen como infundadas y extravagantes. Ellas pueden ser resumidas en tres grupos:

El primero proviene puramente desde el punto de vista individualista que resiente cualquier intromisión en la vida del individuo. De acuerdo con sus defensores, el individuo tiene el derecho de no tener hijos si lo prefiere o, a pesar de obvias enfermedades hereditarias, procrear a voluntad, o más aún, traspasando todas las fronteras y barreras raciales, contraer matrimonio a su gusto. Fundamentalmente, cualquier restricción exigida por los intereses colectivos de la comunidad, es rechazada categóricamente. Obviamente tal actitud debe ser deplorada en cualquier Estado pues, aplicada a todas las esferas, transformaría a las instituciones comunales y estatales, económicas y culturales, en inútiles.

La civilización es solo posible si el individuo se convierte en parte del conjunto y, tal como la autoridad colectiva en el interés de todos limita el egoísmo del individuo por, digamos, impuestos o medidas para combatir las epidemias, etc., similarmente tiene el derecho de implementar otras medidas para el beneficio de la comunidad, cuando científicamente se han probado en cuanto a la política de población o la eugenesia. La necesidad para tal acción prevaleció en Alemania.

El segundo conjunto de estas objeciones está principalmente basado en cuestiones humanitarias. Se arguye, por ejemplo, que el acto de esterilización representa para la persona afectada un sacrificio tan grande que la sociedad debería aceptarlo sólo si fuera hecho voluntariamente. Pero no es humano que entre gentes civilizadas el nivel de vida de este segmento de la población, que es apta y capaz para el trabajo, sea rebajado por las recaudaciones necesarias para el mantenimiento de los enfermos hereditarios, los cuales, a pesar de estos elevados costos, nunca podrán ser curados de sus dolencias. Después de todo, los miembros sanos de la raza tienen también derecho a compartir la compasión y consideraciones humanas.

Tampoco es justificable argüir que la esterilización no eliminará la posible repetición de casos similares. Arguyendo esto uno también podría frenar su deseo de apagar un fuego puesto que en cualquier lugar y otro momento puede volver aparecer. Incidentalmente, la esterilización es y sigue siendo un deber humano del individuo. La agonía mental de una persona que sufre de enfermedad hereditaria es muy grande al saber que no sólo el mismo es incurable, sino que sus hijos frecuentemente engendrados en la ignorancia de las complicaciones de su propio problema, están condenados a un destino similar o peor. La esterilización oportuna desembaraza al “no apto” hereditario de tal tormento mental.

Otros objetores insisten en que la operación debería ser realizada sólo con el consentimiento del individuo. Es desatinado, sin embargo, el querer la aprobación de un ser humano que no tiene dominio sobre sus instintos morbosos, o de alguien que es impedido de procrear por la simple razón de que sufre de alguna debilidad mental.

En todas las esferas de la sociedad organizada, la justicia y los principios morales están obligados a interferir en la libertad personal en un mayor o menor grado, aun con la de individuos sanos. Si estalla una epidemia que hace peligrar el bienestar de la comunidad cada uno, quiéralo o no, debe ser vacunado; igualmente, así como los doctores toman medidas preventivas a este respecto, el especialista en la esfera de la transmisión hereditaria, médica y legal, respaldado por el conocimiento de las necesidades biológicas debe, si fuera necesario, tomar sobre sus hombros la responsabilidad que el individuo es incapaz de cargar.

Un tercer y último grupo tiene más miedo de que la sugestión de una estratificación biológica de la sociedad o la clasificación racial de la humanidad pueda conducir a serios conflictos. Respecto a ello, puede ser dicho que las peculiaridades raciales son naturales y que cualquier sistema social y humano de diferenciación durará tanto tiempo como esté en armonía con el fenómeno natural. El mismo conocimiento y reconocimiento de las reivindicaciones sociales de la raza, de la higiene racial y su aplicación practica está calculado para limitar, y aún las guerras. Porque la guerra, aun teniendo éxito, significa biológicamente una irreparable pérdida de las mejores tendencias hereditarias.

Desde que la Alemania Nacionalsocialista piensa francamente a lo largo de líneas biológicas, no quiere otra cosa que la paz. La idea Nacionalsocialista del Estado es la más pacífica concebible, porque ve su deber en la preservación de la continuidad racial pura de su pueblo. Nada sino una carencia de sentido podría acusar a la nueva Alemania de desear la guerra. Porque estamos absolutamente conscientes que daño irreparable ha sido hecho, y cuan pesada ha sido la pérdida de nuestro pueblo en el campo de los valores hereditarios a través de siglos de selección regresiva, tasa de nacimiento decreciente y, finalmente, a través de la terrible mortandad de la flor de nuestros hombres en la Guerra. Si necesitamos paz y tranquilidad para la regeneración política y económica de nuestro pueblo, probado casi mas allá del aguante, lo necesitamos doblemente para realizar la reconstrucción y las aspiraciones raciales vitales de nuestra política de población dirigida a lo largo de líneas biológicas, puesto que nada podría ser más desastroso que la guerra, con su destrucción cruel de lo mejor y la selección preferencial indirecta consecuente de los menos valiosos.

Aún una guerra victoriosa es biológicamente una pérdida. El verdadero hombre de estado está al tanto de ello y nunca tomará la espada sino como una última necesidad. Aquí queda de manifiesto que el principio nacional-racial, contrariamente a los fines maliciosamente atribuidos a él, es en sí mismo la más garantía más segura para una política fundamentalmente pacífica.

Mas abierto a la mala interpretación es la visión Nacionalsocialista sobre las relaciones entre las varias razas del mundo. Se ha cuestionado si los principios raciales fundamentales de la teoría del nuevo mundo no deben engendrar condescendencia, y aún desdén hacia pueblos de raza diferente. Todo lo contrario, estos principios ofrecen la mejor garantía para la mutua tolerancia y para la cooperación pacífica de todos.
Apreciamos el hecho de que aquellos de otra raza sean diferentes a nosotros. Esta verdad científica es la base, la justificación y, al mismo tiempo, la obligación de toda política racial sin la cual una restauración de Europa en nuestros días no es practicable. Si otra raza es “mejor” o “peor” no es posible de juzgar por nosotros. Para ello tendríamos que trascender nuestras propias limitaciones raciales durante la duración del "veredicto" y tomar una actitud sobrehumana, aún divina, actitud desde la cual sólo sería posible emitir un veredicto "impersonal" sobre el valor o falta de él de las muchas formas de vida de la inagotable Naturaleza. Pero nosotros somos demasiado conscientes de los lazos inseparables de la sangre y nuestra propia raza para intentar a aspirar a un tal punto de vista ultra-racial, aún en un terreno abstracto.
La historia, la ciencia y la vida misma nos dicen de mil maneras que los seres humanos que habitan la tierra son cualquier cosa menos semejantes; que, además, las grandes razas no son sólo física sino especialmente espiritual e intelectualmente diferentes unas de otras. En el pasado se pasó por alto este hecho e intentando unificar standards políticos, económicos, culturales y religiosos para todas las naciones de la tierra, se estaba pecando contra la Naturaleza, violando los atributos naturales de los diversos grupos raciales y nacionales a causa de un falso principio. Hoy día nos sometemos a las diferencias raciales existentes en el mundo. Queremos que cada tipo de persona halle esta forma de auto-expresión que más se acomode a sus propias necesidades particulares.

Los principios raciales del Nacionalsocialismo son, por lo tanto, la garantía más segura para respetar la integridad de otras naciones. Es incompatible con nuestras ideas el pensar en la incorporación de otras nacionalidades a una Alemania construida como resultado de conquistas, ya que ellos siempre permanecerán (a causa de su sangre y espíritu extranjeros) como un cuerpo extraño dentro del Estado Alemán. Tales pensamientos temerarios podrían ser tolerados por un mundo que tiene como meta el poder económico o puramente la expansión territorial de sus fronteras, pero nunca por un estadista que piense lo largo de líneas orgánicas y raciales cuyo principal cuidado es la conservación de la grandeza junto con la unidad esencial de su pueblo mantenido unido por los lazos de la sangre.

Por esta razón no tenemos nada en común con el chauvinismo y el imperialismo porque nosotros queremos dar a las otras razas de la tierra los mismos privilegios que pedimos para nosotros: el derecho a modelar nuestras vidas y nuestro mundo particular de acuerdo con los requerimientos de nuestra propia naturaleza.

Y si el Nacionalsocialismo desea ver a la mezcla de sangre sin restricciones prohibida, no hay nada en ello que sugiera desprecio. Después de todo nosotros, alemanes, mirados etnológicamente, somos una mezcla. La exigencia Nacionalsocialista es sólo que las reivindicaciones de la sangre y las leyes de biología deberían ser mejor observadas en el futuro.

Aquí nuevamente nuestro punto de vista no esta tan lejos de aquel de otro pueblo que tiene una perspectiva justa. Las Leyes de Inmigración Americanas, por ejemplo, están basadas en una discriminación racial definida. Los Europeos y los habitantes de la India, las Islas del Pacífico, etc. se han instintivamente mantenido a distancia de una mezcla de la sangre, y ambos lados consideran genuinamente cualquier trasgresión de muy mala forma. No obstante, esta actitud natural no tiene porque estropear la posibilidad de una estrecha cooperación y un amistoso intercambio. Y, hablando en nombre de la nueva Alemania, espero se me permita una nueva aclaración.

No queremos que nuestro pueblo se mezcle con otros de raza extranjera, puesto que a través de esta mezcla de sangre las mejores cualidades de ambas razas se pierden. Pero siempre tendremos preparada una buena bienvenida para aquellos invitados que quieran visitarnos, sean de una civilización emparentada o extranjera, y nuestros puntos de vista raciales sólo nos llevan a una más completa apreciación de sus peculiaridades esenciales de la misma manera que queremos que nuestras peculiaridades sean respetadas.

En base a este razonamiento, el Estado Nacionalsocialista se vio obligado a oponerse a los designios imperialistas del pueblo judío en suelo alemán. Por lo tanto esto es puramente una preocupación interna del pueblo alemán que no podía tolerar por más tiempo la dominación (un resultado de los errores políticos del pasado) de una raza extranjera que no tenía ni simpatía ni comprensión hacia él. Durante los regímenes políticos del pasado los judíos se las arreglaron para obtener un poder creciente en la política, el arte, la cultura y el comercio. Es así que en Berlín:

- El 32.3% de los farmacéuticos eran judíos.

- El 47.9% de los doctores eran judíos. 

- El 50.2% de los abogados eran judíos. 

- El 8.5% de los editores de periódicos eran judíos. 

- El 14.2% de productores y directores de cine eran judíos. 

- El 37.5% de los dentistas eran judíos.

Ningún pueblo de la tierra con un vestigio de orgullo y de honor nacional desearía seguir con esta dominación de las profesiones clave por miembros de una raza completamente extranjera. Al mismo tiempo, los judíos eran un factor determinante en aquellos partidos que estaban en contra de cualquier reconstrucción sobre líneas nacionales. Como el llamado “Partido del Estado”, por ejemplo, donde el 28.6% de sus parlamentarios eran judíos, y el Partido Socialdemócrata donde el numero era de un 11.9%. Es de cierto significado político el que los fundadores del Partido Comunista Alemán, una rama del Komintern de Moscú, esa fuerza destructiva, fueran Karl Liebknecht y Rosa Luxemburg, ambos judíos.

Este predominio de una influencia extranjera, extraña a la naturaleza alemana, en política, ciencia y asuntos culturales, proporcionó el objetivo para la Ley de Restauración del Profesionalismo en el Servicio Civil y de lo que desde entonces ha sido conocido como las Leyes de Nuremberg. Los judíos en Alemania constituyen un grupo de extranjeros que pueden esperar el disfrutar de la hospitalidad del país al igual que los como miembros de otras razas.

Pero ningún francés desearía tener los principales cargos del Estado ocupados por ingleses, y ningún ingles querría ver las posiciones clave de la política, el arte y la cultura de su país ocupados, por ejemplo, por japoneses. ¿Quién podría entonces objetar a los alemanes el remover a los judíos de las posiciones prominentes en su país? Y al respecto del mayor porcentaje de crímenes, que es un factor adicional de importancia al juzgar la cuestión judía en Alemania, debe mencionarse que la mayoría son inmigrantes del Este de Europa cuyas ideas culturales y morales jamás podrán estar en armonía con las del pueblo alemán. Las Leyes de Nuremberg, por lo tanto, excluyen a los miembros de la raza judía de la obtención de la ciudadanía del Reich. Las personas de parentesco mixto (unas 300.000), pueden ser ciudadanos del Reich, pero están excluidos de tener puestos en el Servicio Civil, las Fuerzas Armadas y las profesiones médicas y jurídicas. Hay excepciones previstas en las Leyes. La regulación prohibiendo el matrimonio entre un judío y un alemán, y haciendo que las relaciones ilícitas estén sujetas a penalización, fueron diseñadas en vistas a prevenir el nacimientos de individuos de sangre mixta cuyo destino es penoso en cualquier parte del mundo, porque no son ni una cosa ni otra. Para aquellos que ya existen se hace una distinción entre aquellos que tienen dos abuelos judíos y los que sólo tienen uno. Los primeros requieren la aprobación de las autoridades para contraer matrimonio con alguien de sangre alemana o afín.

Los últimos no pueden casarse con un judío o un miembro de la primera categoría. Sólo pueden casarse con gente de sangre alemana y sus hijos están exentos de las regulaciones restrictivas (Leyes de las Fuerzas Armadas y la Ley para la Restauración del Profesionalismo en el servicio Civil, etc. ). En breve, sus hijos devienen miembros plenos de la comunidad alemana.

Estas medidas eran necesarias porque nos dimos cuenta que un pueblo o una nación sólo pueden conservar su cultura y su individualidad intelectual conservando pura su sangre. Se ha dicho que "cada raza es una inspiración divina" -un dardo dirigido incidentalmente a la política racial. Sin embargo, quisiéramos replicar "justamente porque cada raza es una inspiración divina, la principal labor de la civilización es guardar esta inspiración pura y rechazar la menor cosa que contribuya a la disminución de su pureza".

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